viernes, 2 de diciembre de 2011

Como en casa... en ningún sitio.

Mejillones al curry con almendras y pasas.

lunes, 7 de noviembre de 2011

sábado, 1 de octubre de 2011

Como en casa... en ningún sitio.




Arroz meloso con Lubina, guisantes, alcachofas y berenjena.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Entrevista a María Solivellas de Ca Na Toneta.


María me recibe en su restaurante, es agosto y en Caimari (Mallorca) hace mucho calor; salimos al patio y me enseña orgullosa las pinturas de Albert Pinya: “Mira, es la bestia, Monsanto (multinacional estadounidense agroalimentaria), y al lado la tradición que le corta un brazo”, mientras se disculpa por el desorden ya que esa misma mañana han venido a intentar limpiar la parra que corona toda la terraza. “Esta es la cabrona que le está haciendo daño”; me dice mientras me enseña un bichito negro y pequeño; “Es una pena porque estamos a punto de recoger la uva.”
Luego, ya dentro del restaurante, nos sentamos en una de las desnudas mesas y comenzamos a hablar de todo un poco.
Me cuenta, orgullosa, que cumplen casi a rajatabla la regla de Kilómetro Cero en sus compras: “Menos azúcar, cacao, café y alguna bebida con gas, el resto es todo de por aquí cerca” y además también se abastecen de su propio huerto.
Es Ca Na Toneta un restaurante muy especial en todos los sentidos, de ello se encargan ella y Teresa, su hermana, trabajando duro desde hace quince años. María se siente muy orgullosa de sus “Cocas” que nunca faltan de aperitivo en su menú degustación –única opción posible para cenar en el restaurante- y que atesoran un gran secreto en su masa, quizás heredado de su madre o de su tía, las dos pioneras en el negocio.
Cuenta la leyenda que dos hermanas después de leer el libro de Laura Esquivel “Como agua para chocolate” pensaron en hacer algo parecido a lo que se cuenta en la novela y se embarcaron en una aventura que les llevó a abrir una casa de comidas en el centro de Caimari. Años más tarde, María, la hija de una de ellas, harta de una vida poco creativa y rodeada de creación –era productora teatral- decidió tomarse un descanso en su isla natal y echar una mano en la cocina; hasta que el 10 de setiembre de 2.001 recibió la confirmación para un nuevo trabajo en Nueva York. Lo que ocurrió al día siguiente en aquella ciudad fue la señal que María estaba esperando: se quedaría en Caimari y sería la cocinera de Ca Na Toneta. Nuca ha trabajado en otro restaurante y todo lo que sabe lo aprendió en su cocina; debe ser esa una de las razones que lo hace tan especial.

La primera directa a la yugular: ¿El ecologismo es ir a favor o en contra?
Es totalmente a favor. La ecología es sentido común y actuar en positivo; tomar conciencia de las consecuencias que tienen tus actos.

¿Hasta dónde hay que llegar para que un restaurante se considere ecológico? ¿Incluso los manteles deberían ser de confección artesanal?
Es muy complicado y yo no llamo a mi restaurante “ecológico” precisamente por eso. Si fuera cien por cien ecológico tendría que ir a comprar con la burra. Lo que sería incoherente es que tuviera manteles de plástico.

"Sólo los ricos pueden comer buenos alimentos". Defiéndame usted lo contrario.
Sólo la gente que respeta el alimento puede comer bien. No es una cuestión de dinero; es una cuestión de tiempo y reverencia.

¿Cree usted que sus clientes entienden la titánica tarea que está usted haciendo? Resumir eso en tres platos es mucho resumir.
Sí. La gente percibe que lo que estamos dándole es tremendamente honesto; quizás no se hagan cargo de todo el trabajo que hay detrás y de que nuestra forma de cocinar implique el doble de tiempo pero nuestro cliente no es tonto y sabe de la honestidad de nuestro trabajo.

¿De verdad a un paladar infantil le cuela usted su "Brownie de Algarroba"?
Se lo creen por completo. Les parece chocolate.

Defíname su restaurante.
(…) No sé… Yo soy una intérprete del territorio y aquí el comensal se da cuenta que está comiéndose un pedacito de Mallorca

"Cambio chalet con piscina por chalet con huerto". ¿Le parece comercial este anuncio? ¿Tendría éxito en alguna inmobiliaria pija?
No. Lo que tendría éxito sería un chalet con huerto y piscina. Mucho más “in”.

¿No es el mejor Tai-Chi o Pilates o Relajación un pequeño huerto en casa?
La verdad que sí. Se trabaja con el cuerpo, la mente y el espíritu y además es productivo y te da placer.

Ahora una provocación: "Cuando la mujer se incorporó a la vida laboral se perdió la tradición gastronómica".
Realmente la pérdida de la tradición gastronómica la produjo el cambio de modelo agroalimentario; el cambio de la agricultura tradicional al “agrobussiness” nos ha llevado a la insipidez total.


"Cambio cheff por tomates frescos". ¿Por qué le dieron tanta caña a Santi Santamaría desde Slow food?
Me gustó mucho el debate que se abrió con aquel libro; quizás Santamaría no era la persona más indicada para hacerlo ya que tampoco él estaba tan limpio, pero se creó un diálogo muy interesante. Alomejor le faltó un puntito de humildad.

El proyecto de Slow Food sobre el paladar y el gusto en los niños es muy interesante; ellos son el futuro. ¿Qué avances han hecho? ¿Tiene remedio el actual panorama?
La educación del gusto les dará criterio, que es la pieza clave. Pero en Slow Food somos hormiguitas y el monstruo es grande y no sé si llegaremos a conseguir algo importante. En el fondo los niños donde tienen que aprender los hábitos es en casa, ese debería ser su modelo a seguir, y vemos que es todo lo contrario; ¡basta ver lo que compran las familias en el supermercado!


¿Cambió el petróleo definitivamente la historia de la humanidad y la del planeta tierra?
(…) Hombre... No. No fue el petróleo, sino que fuimos nosotros los humanos. La avaricia. El petróleo hubiera sido una gran herramienta si la hubiéramos utilizado bien.

Tengo habituales pesadillas por culpa del libro “Lo que hay que tragar” de Gustavo Duch (Ed. Los Libros del Lince) después de leer cosas como esta:
“Para producir 1 Kg. de carne vacuna se necesitan 7 litros de petróleo y para producir 1 Kg. de pollo, 3.000 litros de agua.” ¿Cómo hacemos para que esta información llegue a la opinión pública?
La industria agroalimentaria es muy perversa. El “agrobussiness” es la perversión máxima. Están consiguiendo el control total del alimento mundial y eso es la atrocidad más grande.
Ante esta desinformación cada uno debe rascar, investigar y ver a quién está apoyando con sus compras diarias; el sistema no va a cambiar, pero nosotros podemos hacerlo a nivel individual.

Segun el "Happy Planet Index" de Nic Marks (New Economics Foundation) Costa Rica es el país mejor para vivir; ¿Dónde se retiraría usted en Mallorca o en Costa Rica?
Nosotros no tendremos el privilegio de retirarnos; trabajaremos hasta los noventa.
De todas formas, si pudiera hacerlo, me retiraría en Brasil.
Costa Rica y Mallorca me parecen un poco aburridos.

¿Es el turismo el causante de todos nuestros males en Mallorca?
No. Es otra vez la avaricia, en este caso mezclada con la falta de respeto a nuestro territorio. El turismo ha estado mal planteado desde un principio, ha sido como un monocultivo y todos los monocultivos son malos, diversificar hubiera sido más inteligente. Pero el turismo en sí no es malo; bien planteado puede ser estupendo.


Me acabo de convertir en una bruja mala y estoy a punto de lanzarle un maleficio. Sólo puede escoger una opción para el resto de su vida: comer bien o respetar el planeta.
Comer bien. Para comer bien debes respetar el planeta.


¿Me he dejado algo en el tintero?
No. Aunque podría decir mil cosas más.



Y de hecho las dijo. Después estuvimos hablando más de una hora sobre comida, industria, ganadería y productos alimentarios. Palabras como “honestidad”, “soberanía alimentaria”,  esquizofrenia económica”, “pérdida de biodiversidad alimentaria” y “atrofia vital” sobrevolaron el vacío restaurante rebotando en las paredes como pequeños perdigones que nada pueden hacer contra “el gran monstruo” Monsanto. Eran conceptos dichos desde la serenidad y a la vez desde el cabreo más intenso; la preocupación por los niños, por la desinformación del consumidor, por la pérdida de identidad en la alimentación fueron cayendo como losas y sumiéndonos en una progresiva depresión que sólo ella supo sacarnos y remontar el vuelo con una esperanza ciega en la sociedad, en el consumidor, en el cliente y en la cocina. “Para que mi profesión de cocinera tenga sentido debe tener una parte social” fueron sus palabras con las que terminamos el encuentro; palabras que resumen la implicación y la clara vocación de una gran cocinera.

En verano, abierto todas las noches desde las 20:30.
Sólo Menú Degustación.
C/ Horitzó, 21. Caimari. Mallorca.
Tel: 971 51 52 26.

PUBLICADO EN LA REVISTA RUM DE SETIEMBRE DE 2.011.

sábado, 27 de agosto de 2011

Como en casa... en ningún sitio.

Pasta Frutti di Mare...
Qué coño:
Tiburones con Pescado y Marisco.


jueves, 21 de julio de 2011

Como en casa... en ningún sitio.

Rissotto para Albertito.
(Con lomo y panceta).



miércoles, 6 de julio de 2011

Ciruelas de Sant Joan.


Hace ya casi un mes mi amigo Gabriel me regaló un  buen puñado de estas ciruelas típicas del mes de Junio en Mallorca. Dulces, maduras y en su mejor momento. Los niños (y yo) disfrutamos robándole al árbol los frutos subidos en escaleras y cajones de madera.
Con las que quedaron, después del festival que nos pegamos mi hijo y yo de camino a casa engulléndolas de dos en dos y de tres en tres, hice un sorbete. Agua, azúcar, chorrito de zumo de limón y las ciruelas chafadas con la mitad de su piel.
No tengo ni idea de biología, pero intuyo que la piel ácida de esta fruta, en claro contraste con su dulce pulpa, es así para evitar el picoteo de aves e insectos, como debe ocurrir en otras frutas. Pues bien, el hecho de haber dejado la mitad de las pieles de las ciruelas en el sorbete le ha dado ese toque mágico y especial que nos recuerda al verdadero fruto cada vez que probamos una cucharada del mismo. No conozco a nadie que pele las ciruelas para comérselas, entonces porqué hacerlo para elaborar el sorbete.
Un precioso color, un sabor muy especial y un alimento muy sano para el verano.
Le debo a Gabriel un "tupper" de este sorbete. Un día de estos se lo llevaré. Prometido.

El botín.

martes, 21 de junio de 2011

Estudio sobre las marcas de leche.

La noticia aparecida en "El Mundo".
El cuadro informativo. (A ver lo que dura gratis).
La WEB de la OCU.

martes, 7 de junio de 2011

martes, 17 de mayo de 2011

Es el momento de la Coca (Mallorquina).


Si alguien alguna vez pensó que era tarea imposible que la selección española de fútbol ganara un mundial -dios sabe las pruebas de fe que nos pusieron Arconadas y árbitros egipcios- ahora estará viviendo una alegría tremenda, a la vez que tendrá claro que por muy difícil que parezca una empresa, con esfuerzo, dedicación, profesionalidad y empeño se puede conseguir.
Pues bien; es la hora de desbancar mundialmente a la comida italiana del primer puesto y sustituirla por la española.
No soplen, no suspiren, no piensen que es imposible, sólo hace falta inteligencia y un buen plan. Y yo lo tengo.
Sin duda habrá que comenzar nuestra hazaña por los Estados Unidos de América. Desde que conquistamos América no hemos vuelto nunca a poner una pica en Flandes allí. Lo hispano ha sido siempre de segunda, caché de inmigrante ilegal que vive de las propinas de los restaurantes o del servicio doméstico. Nada peligroso ni nada a tener en cuenta. En cambio los italianos, aprovechando flaquezas del sistema -la ley seca por ejemplo-, supieron pisar firme, con elegancia, personalidad y alegría y supieron cómo llenar las calles de Norteamérica de pizzas, pasta y lasañas, sin olvidarnos de sus vinos de medio pelo y sus manteles a cuadros. No podemos más que alabar esta épica labor y quitarnos el sombrero ante tan magna campaña de márquetin llevada a cabo por nuestros vecinos mediterráneos que supieron cómo universalizar su Italia y adaptarla a los paladares, estéticas y formas norteamericanas.
Tuvimos nuestra primera oportunidad en 1.992. La Expo, los Juegos Olímpicos, la moda española y Almodóvar llenaban de afiches y banderolas las calles de Los Ángeles. En Rodeo Drive lucían los modelos de media costura españoles en los mejores escaparates, nuestras actrices asombraban con sus estrafalarios vestidos en las galas cinematográficas, nuestro príncipe, con sus inseparables infantas, estaban de turné interminable por esas tierras exhibiendo juventud y deporte a partes iguales. Pero de comida ni papa. Lo máximo que se había conseguido hasta la fecha era esa infame paella cocinada por nuestra Anita Obregón a un perplejo Spilberg que se frotaba las manos pensando en lo bien que se trabajan los papeles los actores españoles. Nuestra Ana sacó un papelillo en la serie del "Equipo A"; de la paella nunca más se supo.
En la tierra de las oportunidades quien deja escapar una puesta en bandeja como la que tuvimos los españoles en el ´92 lo paga muy caro. Ni siquiera pudimos colocar la tortilla de patata en los bares de segunda fila de Manhattan, ni el Rioja, ni el pan´tomaca. Desolador.
Ahora ha cambiado todo. En New York se vuelve a hablar español, pero esta vez en los restaurantes, galerías de arte y oficinas inmobiliarias, nuestro "Tempranillo" -dígase con el acento texano genuino- va de copa en copa, el cocinero José Andrés es nombrado el mejor cocinero americano de este año, lo español vuelve a vender. Pero ojo, no nos durmamos en los laureles -ni en los oréganos-, todo lo conseguido hasta la fecha -engaños "made in" Adrià también- puede ser la puntilla que nos desterrará para siempre de poder colocar a nuestra comida donde se merece sino somo capaces de que Iniesta meta el gol. Nunca conquistaremos el mundo con la paella, ni con los callos a la madrileña, ni siquiera con las lentejas estofadas; platos todos muy buenos y de mucha tradición patria, pero dificilísimos de cocinar, comer y explicar además de fáciles de estropear en manos de cocineros no experimentados como son los estadounidenses. Allí la gente come mal, rápido, en cualquier lugar, a cualquier hora, riega sus comidas con bebidas gaseosas de sabor más fuerte que el Red Bull y tienen los paladares totalmente deshubicados y desmemoriados por culpa de la multiculturalidad de las grandes capitales. Unas buenas lentejas no pegan con todo eso.
Pero, y ahora viene mi plan, debemos aprovechar la cruzada de Mrs. Obama contra la obesidad y las calorías de sobra que cada día ingieren de más los yankees. Debemos aprovechar también que la selección española de fútbol será recibida por su marido en el mes de Junio. Debemos aprovechar el tirón de José de Andrés. Y, por supuesto, debemos aprovechar nuestra sana, fácil, sabrosa y concreta cocina mediterránea -iba a escribir mallorquina, pero si lo hago no siguen ustedes leyendo-.
La Coca Mallorquina está llamada a desbancar a la pizza. Su origen es el mismo, la facilidad con la que se cocina también, su versatilidad es infinita, sus presentaciones interminables, la combinación de alimentos que soporta es abismal. Pero es sana. Quitándose el peso calórico del queso, el peperoni (chorizo) y la salsa de tomate, es un plato bajo en calorías y colesterol. Se puede comer en Central Park, en el metro, viendo a los Lakers y de menú en un colegio pijo de Beverly Hills preocupado con la alimentación de sus alumnos. La perfecta combinación de trigo, aceite de oliva, vegetales, algo de carne o pescado si se quiere y hierbas aromáticas es tan simple y sabrosa a la vez que ningún paladar, por muy viajado que esté, se resistirá a sus encantos. Si se dejan caer unas anchoas, aceitunas, trocitos de lomo adobado, atún o jamón serrano sobre ella combinará perfectamente hasta con un Dr. Pepper. La Coca de Pimientos Rojos, por ejemplo, con lomo de cerdo adobado, con ese punto de dulzor será irresistible para los paladares demasiado acostubrados a los azúcares en sus comidas.
Ya lo estoy viendo. Todos los americanos con sus bandejitas de cartón rectangulares, mordiendo una etérea Coca de Trampó aliñada con un chorrito de aceite virgen de Jaén, sentados en el parque, sobre el césped, hablando de los Lakers y discutiendo si la tortilla de patatas es mejor con o sin cebolla.
Luego vendrán los Cocarrois, las Empanadas, los Robiols,... todo muy manejable, muy transportable y muy sano. Pero eso ya sería otra historia.
¿Algún voluntario para tan magna tarea?


Gracias a SARA por su maravillosa foto.

martes, 3 de mayo de 2011

sábado, 23 de abril de 2011

Amigos que cocinan. Magdalena.

Un verdadero regalo.

Un regalo inesperado es siempre agradable; si dicho presente es además auténtico, casero y sabroso entonces ya es una bendición.
En este tiempo de pascua, donde las tradiciones gastronómicas imperan en toda la isla, recibir una variedad de todas estas preparaciones es algo impagable y de agradecer. Por eso nunca me cansaré de dar las gracias a mi secreta lectora Magdalena por esta gran bandeja de “Panades, Robiols” y otras especialidades mallorquinas típicas de pascua que me hizo llegar a través de mi hermana.
Es Magdalena una maestra en el arte de la pastelería diaria y tradicional mallorquina. Desde el horno de “Can Guasp”, en Llucmajor, amasa con maestría, dedicación y delicadeza todas estas especialidades que tan acostumbramos estamos en Mallorca pero que, al pasar por unas manos expertas como las de Magdalena, se convierten en obra de arte y en todo un acontecimiento para los sentidos. Empanades, Cocarrois, Ensaïmades, Crespells y otras pastas no tienen secretos para Magdalena -o sí, pero no sería yo capaz de intentar averiguarlos-. Supongo que será una combinación de buenos ingredientes, años de experiencia y manos expertas; eso debe ser lo más importante: las manos de Magdalena que, con el paso de los años, han conseguido esa perfección a la hora de juntarlo todo y hacernos disfrutar con algo tan habitual como es una Ensaïmada en Mallorca.
Tengo un amigo cheff que siempre me dice que lo difícil en un restaurante es triunfar haciendo paellas o pescado a la plancha ya que estás compitiendo directamente con las amas de casa y con los años que ellas se han dedicado a educar los paladares de su familia. “Lo fácil es hacer esas mariconadas que nadie ha probado nunca -me suele decir este cocinero-, porque no tienen con qué compararlas. Encambio todo el mundo puede comparar una paella con otra que haya comido alguna vez”.
Eso es precisamente el secreto y la excelencia de las pastas que prepara Magdalena; al morder una de sus Empanadas de pescado o uno de sus Cocarrois entendemos desde el primer bocado la perfección y la sutileza con la que están preparados. Me alegró que algo tan común en Mallorca como son este tipo de pastas todavía me pudieran sorprender gratamente, hacerme cerrar los ojos, exclamar un sonoro ¡Mmmmmmmm! y comprobar que con gente como ella nuestra tradición –y nuestro sabor- están a salvo.
Gracias Magdalena.
Forn de Ca´n Guasp.
Plaça de Espanya.
Llucmajor. Mallorca.
Tel: 971 660 101



lunes, 18 de abril de 2011

Steak a la pimienta.


Hubo un tiempo no muy lejano en el que se peleó y discutió agriamente por la autoría de esta receta. Mucho antes de que pasara a ser plato imprescindible en bodas y celebraciones dominicales; mucho antes de que fuera regado con nata y Bovril, este bistec fue un gran hallazgo.
Los americanos dispersos por Europa y sus cócteles fueron los responsables de la invención de este "destrozapaladares". Más de tres personas en cuestión de meses reclamaron la autoría. El primero fue Emile Lerch, del "Restaurant Albert" en París, en un artículo publicado en 1.950 en el que afirmaba que, desde 1.930, recibía en su local una carne de ternera que, debido al proceso de congelación, resultaba muy suave pero insípida. En los años 30 los americanos no dejaban sus cócteles desde que pisaban suelo europeo, por lo que el cheff se vio obligado a introducir platos en su carta para este tipo de paladares adormilados por el alcohol y por otras sustancias de esos locos años de entreguerras. Un bistec suave con grandes dosis de pimienta fue perfecto.
Cuando Pierre Tassard, jefe salsero del restaurante "Maxim´s" también de París, leyó este artículo, enfureció y publicó otro reclamando también la autoría del plato en cuestión. En esta ocasión se decía que esta preparación era más antigua, de 1.920, y también creada expresamente para paladares anglosajones, no dormidos por el alcohol, sino insensibles a la delicadeza de la cocina francesa.
Podríamos continuar hasta el infinito, pero sería perder el tiempo. Nos quedamos con cualquiera de estas dos explicaciones ya que ambas están relacionadas con la -poca- cultura gastronómica y culinaria de los visitantes ingleses y americanos por tierras francesas. Gentes que hacían gala de su amor por el alcohol y por los cócteles y que, como dijo una actriz de Hollywood, con la aceituna del Martini ya tenían suficiente para cenar.
Al que realmente me gustaría encontrar sería al inventor de la versión española de esta receta; sí, ese que le añadió la nata y el Avecrem además de rebajar la cantidad y calidad de la pimienta utilizada. Localizarle para llevarle ante un tribunal gastronómico mundial y que pagara por el gran pecado de haber insensibilizado el paladar de tantos españoles que se creían muy elegantes por pedir en un domingo cualquiera un entrecot a la pimienta y dejar boquiabiertos a todos los familiares presentes. Seguro que este inventor criminal fue el mismo que perpetró aquello del bistec al roquefort. Pero eso ya es otra historia.
No soy amigo de recetar nada. No soy médico ni amante del Copia-Pega tan habitual en los blogs gastronómicos; que cada cual busque su receta. Tan sólo un par de cosas que considero indispensable a la hora de realizar este plato:
-La pimienta va a gustos: negra rota en grandes trozos, roja entera, verde fresca machacada, etc.
-Imprescindible la mantequilla para saltear la pimienta.
-Utilizar el jugo que suelta la carne si lo cocinamos todo en la misma sartén.
-Armañac, Coñac o Brandi para flambear la pimienta.
-Utilizar una carne tierna y hacerla al punto que más nos guste.
-Una vez cocinada la carne sacarla de la sartén y rectificar de mantequilla, pimienta y sal la salsa.

sábado, 2 de abril de 2011

Como en casa... en ningún sitio.


"Chuleta" de Bonito y verduras agridulces.

jueves, 24 de marzo de 2011

Galletas "Quely". Manual de uso y disfrute. (I)


A pesar de saber perfectamente su historia, de primera mano y contada por los principales protagonistas, prefiero contar la leyenda, más romántica e inspiradora. Quien busque información fiable que vaya a Wikipedia.
Cuentan que un empresario mallorquín coincidió en una de esas elegantes fiestas de los años cincuenta celebrada en el hotel Formentor de Pollença con la recién casada Grace Kelly, de tourné con el maléfico príncipe que pasaba el día tomando notas y apuntes para crear su república-casino en Montecarlo. Quedó tan prendado este empresario que juró ante la cegante luz de la luna que iluminaba la bahía poner el nombre a sus galletas de esa melena rubia que casi competía en resplandor con el traicionero satélite. Nacieron así las galletas "Quely". Ayudó la actriz y que el horno no estaba para mallorquinismos y se desechó desde Madrid el nombre de "Cor de Mallorca" (Corazón de Mallorca), menos comercial pero más patrio y tradicional.
Estas galletas, conocidas también como "De Inca" -por la ubicación de la fábrica- o "Marineras" -por su historia- o "D´Oli" (De Aceite) -por su ingrediente principal- son un alimento básico en Mallorca y muy importante en el resto de las Islas Baleares. No hay despensa mallorquina donde falten ni chaval sin su bolsa de Quelytas -más pequeñas y que se comen de un bocado- acompañadas de queso o chocolate.
Son de tradición marinera y fueron muy consumidas en los largos viajes marítimos como sustituto del pan. Al ser secas, perfectamente horneadas, con su justa medida de sal y levadura y mantenerse frescas sin tomar ese sabor a rancio que tanto se odia en el mar fueron un alimento básico entre pescadores y marineros del mediterráneo.
No se entiende un mallorquín sin sus galletas, no se conoce un estudiante de la isla desplazado sin las bolsas de Quelys ocupando buena parte de su maleta, no se concibe una merienda sin estas galletas, partidas por la mitad o enteras, con un chorrito de aceite, lonchas de jamón, taquitos de queso o coronadas con una buena Sobrasssada. Mi abuelo hacía un alto en sus peleas bursátiles y dejaba a un lado los mercados de cereales y almorzaba -a eso de las 10- con un wisquicito con agua y hielo acompañado de un plato de galletas de Inca con aceite virgen y sal; ¿puede existir algo mejor para mantenerse en forma sin levantarse de la silla?
En Quely andan estos días de estreno, de presentación mundial, nerviosos por ver el éxito que cosecha su nuevo producto: los SNACKS. Pequeñas galletas saladas, en bolsas individuales, con sabores y olores para todos los gustos. Un producto pensado para el consumo rápido y callejero, para que la comodidad no sea un impedimento a la calidad, para que no haya excusas y podamos dar a nuestros hijos una alternativa saludable a todo el ejército de patatillas y chucherías cargadas de aceites malos y azúcares de dudosa procedencia. La idea es muy simple; las eternas "Quelytas" con sal de la buena y sutiles toques de sabor y aroma que, dado su único formato de 70 gramos, están pensadas para consumir rápidamente y en cualquier lugar.
Es difícil encontrar los productos de Quely en las estanterías de los supermercados fuera de las Baleares, no son las grandes compañías compañeras de la experimentación ni tienen la suficiente paciencia como para aguantar un producto en sus lineales que no se venda. Me contaba esto Bernat al regalarme una bolsa con los nuevos productos que saldrán esta semana al mercado (los de la foto): "Lo importante para las cadenas de supermercados es la rotación. El margen es similar en todos los productos, pero nunca van a exponer en sus estanterías un producto que no se venda rápidamente. Da igual si tiene una caducidad larga; ellos necesitan que haya rotación. Y, como comprenderás, es imposible realizar una campaña publicitaria para competir con las grandes empresas nacionales (o internacionales) de snacks." Me contó también Bernat que ficharon a Rafa Nadal para promocionar sus productos en el extranjero y que han comenzado en ferias internacionales, China, Japón y otros pintorescos mercados.
Esperemos que estos nuevos Snacks de Quely sean la puerta de entrada para nuestra gran galleta mallorquina en el mercado nacional e internacional; esperemos que esta se de a conocer y se comience a consumir en bares y restaurantes del país -en Italia (como no) se utiliza habitualmente en establecimientos de restauración- y esperemos que en Mallorca podamos exportar algo más que hoteleros.
Mientras tanto recomiendo probarla, escogiendo el sabor que más nos llame la atención y que, en vez de dar a nuestros hijos una bolsa de ganchitos, abramos una bolsita de estas Quelytas-Snacks. Mi hijo ya tiene sus favoritas: las de queso Parmesano.
(En el próximo Post daremos unos cuantos consejos a "forasteros" -como aquí llamamos a los que no viven en Mallorca- de cómo y con qué comer las galletas de Inca.)

Abril de 1.956. 
El pérfido y malvado príncipe desembarca en Formentor acompañado de su angelical esposa en sus lunas de miel. Rainiero aprovechó para coger ideas y así perpetrar lo que se convirtió en el centro de juego, putas y millonarios más grande del Mediterráneo. El resto es ya es historia.

Mi abuela también estuvo allí compartiendo baile y música suave con los príncipes.
(Mi familiar no es la rubia que baila con Rainiero)





martes, 22 de marzo de 2011

"Delicias Turcas" actualizadas. (III)

Una de puestos callejeros.


Una especie de "Mojama" hecha de huevas de Pajel. 
Cubierta con una cera que conserva el salazón hasta que se abre.

Queso fresco de vaca, de oveja y cabra. 
Muy salado como la mayoría de quesos turcos.





viernes, 18 de marzo de 2011

Fotografía gastronómica. "Del bodegón al porn-food"








Información sobre esta exposición aquí.
Y el catálogo aquí.
(Merece la pena echarle una ojeada).

"Delicias Turcas" actualizadas (II)

En mi  reciente y breve viaje a Estambul, donde celebré mi tercera luna de miel, pude comprobar de primera mano qué se entiende por "Globalización".
Este término tan utilizado y universalmente conocido estaba revestido de una cortina de misterio, gastronómicamente hablando, que no me atrevía a descubrir. Tuvo que ser en un país musulmán donde cometiera el sacrilegio y despojara del velo a esa incógnita. La globalización no es más que estar comiendo una comida típica en un país lejano y que nuestro paladar no note nada extraño. Tan simple y tan complicado como eso.
En Turquía, en una ciudad turística y de más de 15 millones de habitantes, para ser sinceros, la comida me supo como en casa; y no se me podrá acusar de guiri o de turista-a-la-japonesa (esos que van a toda leche, haciendo fotos y no probando más que el agua embotellada de Nestlé a ser posible) por haber asistido tan sólo a restaurantes turísticos o preparados para paladares occidentales. Como se aprecia en la última foto -bandejas y latas de refresco incluido- también estuvimos en establecimientos de comidas autóctonos y auténticos. Nadie me negará que un bufé en un barrio no turístico a la hora de comer donde éramos los únicos foráneos es un hito para un turista primerizo en esta ciudad.
Generalizando, por lo tanto mintiendo y resumiendo de forma zafia y vulgar, diremos que la comida turca es mediterránea y punto. Eliminando el cerdo, animal insano e infiel donde los haya, y sustituyéndolo por el cordero observé que las preparaciones, mezclas y resultado final me parecieron de lo más familiar y cercano. El pistacho y el sésamo reinan, las especias -mezcladas a conciencia pero con una inusual mesura- hacen los honores de recrearnos el olfato, los pimientos -dulces y picantes- aportan la profundidad necesaria y la madera, el ingrediente principal en todos los restaurantes visto el trasiego callejero de sacos de leña, engloba y unifica sabores y aromas con su perfecto ahumado. Cada carne tiene su adobo, nunca se mezclan, son perfectos y agradables. Todo suele estar hecho al fuego de leña verde y húmeda lo que hace que se ahumen mejor los alimentos. El uso del perejil, fresco y en abundancia, utilizado a modo de jengibre cuando comemos sushi, nos permite hacer una pausa, limpiarnos la boca y comenzar de nuevo con otra especia.
La sorpresa fue la normalidad, pero eso me permitió disfrutar mucho más de los sabores y no sentirme abrumado por picantes, currys o vinagres fuera de lugar y mesura.

Berenjena y carne picada y adobada ensartada en brocheta.
Bolitas de cordero y pistachos.
Pollo y ternera adobados.
Pimientos verdes picantes.
Ensalada de perejil, hierbabuena y cebolleta.

Guisantes aliñados.
Aceitunas aliñadas.
Rollitos de hoja de parra rellenos de arroz y pasas.
Salsa de yogur.
Puré de berebjenas a la barbacoa.

Frituras callejeras. (¿Familiar verdad?)

En el bufé:
Crema de lentejas y yogur.
Berenjena rellena de carne.
Pimientos verdes rellenos de carne.
Albondigas de cordero estofadas.
Pastel de carne y puré de patatas.


sábado, 12 de marzo de 2011

"Delicias Turcas" actualizadas.





Gracias a dios -o a alá- no tan sólo de las clásicas delicias viven los turcos en Estambul.
 Doy fe.


viernes, 4 de marzo de 2011

Como en casa... en ningún sitio.


El primer viernes de cada mes comemos pizza. 
Una tradición familiar como otra cualquiera.

Esta vez la mitad derecha de jamón y queso para el "finolis" de mi hijo; la mitad izquierda de lomo a la barbacoa, cebolla y pimiento verde para mi mujer y yo.

domingo, 27 de febrero de 2011

Calçotada. (Tercera y última... espero).


Sarmientos como mandan los cánones. No he visto leña con tanta capacidad calórica como esta. Dura no más de tres minutos, pero su calor es muy intenso.

Ale hop!!! Virutas felices de "caliu" (rescoldos).

Vigilando el material.

Chuletones. No sólo de cebollas vive el hombre.


"Sin guantes" -me advirtieron- "Aquí no somos tan finos".

Y digo que espero sea la última porque desde que a principios de febrero hicimos la primera, hemos repetido en dos ocasiones. Mi estómago no aguanta más cebollas. Comerse más de quince de una sentada no tiene que ser sano. De hecho no lo es; doy fe ya que he consumido un bote de "Eno" este último mes.
Me despido hasta el año que viene con la tristeza de reconocerme cuarentón y de estómago débil.

(Por cierto: el I-Phone hace unas fotos de mierda; añoro mi Sony Satio.)

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