martes, 28 de diciembre de 2010

Grandes regalos.


Un día antes de nochebuena recibo una llamada de mi amigo Toni: "Oye tío, voy un poco liado, pero nos vemos y tomamos un café que tengo algo para ti".
Qué ilusión, un regalo. Además fue un verdadero regalo. Una flamante y olorosa botella de "Licor de Hierbas Mallorquinas" caseras.
"Te durarán mucho. Son Madre. Cuando te las acabes las podrás volver a rellenar."
"Pero, ¿con qué?"- le pregunté.
"Ni puta idea. Las hace mi padre".
Eso es tener suerte.
Una vez probé una mermelada de pimientos rojos; picantita, con el punto justo de amargor y dulzor, perfecta para acompañar carnes o quesos fuertes hecha por el "mismo padre" y entendí lo que era realmente disfrutar de la jubilación y engancharse, con la experiencia de los años vividos ya, a una gran e interminable afición como es la culinaria.
Gracias Toni y gracias "padre de Toni" seguro que las disfrutaré durante mucho tiempo.

Otros gastronómicos regalos que también me han hecho ilusión han sido una gran bolsa de naranjas de:
S´Hortolà de Sant Jordi.
Mercat Cobert d´Inca. Tel:971 50 11 69
(También en Olivar y Santa Catalina).

... y una muy práctica bolsa para conservar el pescado de:
Peix ca´n Mateu.
Mercat Cobert d´Inca. Tel: 871 91 03 97.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Amigos que cocinan. Pep Lluís.



La maestría, saber estar, serenidad, experiencia y efectividad en la cocina, como en otros ámbitos vitales, se demuestran en situaciones límites y creedme si os digo que el sábado tuvimos una de esas. Eran más de la una del mediodía cuando llegué a casa de mi amigo Bernat; me recibieron con una lechona de unos cinco kilos partida por la mitad y un horno todavía apagado. "Sí, ya sé que vamos un poco retrasados, pero es que nos hemos liado un poco"- me dijo Pep Lluís mientras se erigía como salvador de la velada que, para más presión, tenía como invitado de honor al ex-matador de toros Rafael Camino (Rafi, para los más mediáticos).
Con unas rápidas pero certeras decisiones Pep LLuís encendió el horno a una temperatura y difusión perfecta para la ocasión; mandó decapitar y cortar las extremidades al animal ya que, a pesar de las grandes dimensiones del horno, era imposible meterlo entero; le rompió el espinazo y lo comenzó a regar y salpicar  con toda una serie de pócimas medidas para el corto espacio de tiempo que disponíamos hasta que no pareciera que aquello se nos estaba escapando de las manos. Ríos de limón, lluvias de sal y pimienta, chorros de agua y un toque de coñac que llenó la cocina y el comedor de un agradable aroma a cocina elegante.
"La colocaremos primero boca abajo, con el horno a esta temperatura. Luego le daremos la vuelta y veremos lo que tarda".- fueron sus últimas y precisas indicaciones antes de cruzar los dedos y esperar que aquello tuviera éxito. Pero la actuación de Pep Lluís no acabaría allí. A lo lejos, estupefactos y asombrados por la osadía del envite, mirando al techo disimulando mientras imaginábamos el desastre, oímos la voz de Bernat que nos recuerda que ha comprado un estupendo pollo campero y que Sebastiá, carnicero del Mercat d´Inca, le ha indicado que debía meterse en el horno todo junto y en crudo para conseguir así una perfecta cocción de esta difícil receta.
"No. No hay tiempo. Meteremos el pollo más tarde y encima."- sentenció Pep Lluís esta vez.
Cuando sacamos la bandeja del horno, respiramos hondo uniendo así el aroma con la tranquilidad que nos dio ver la perfección del sabor, textura y cocción de todos los ingredientes que participaban del homenaje que nos íbamos a regalar gracias a la actuación del verdadero maestro de la velada.
Al final, el Maestro Taurino tan sólo comió pollo antes de echarse a dormir una reparadora siesta de dos horas para recuperarse del revuelo nocturno y diurno que había estado organizando los días anteriores en mi tranquilo pueblo. Pero eso ya es otra historia...



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