sábado, 23 de abril de 2011

Amigos que cocinan. Magdalena.

Un verdadero regalo.

Un regalo inesperado es siempre agradable; si dicho presente es además auténtico, casero y sabroso entonces ya es una bendición.
En este tiempo de pascua, donde las tradiciones gastronómicas imperan en toda la isla, recibir una variedad de todas estas preparaciones es algo impagable y de agradecer. Por eso nunca me cansaré de dar las gracias a mi secreta lectora Magdalena por esta gran bandeja de “Panades, Robiols” y otras especialidades mallorquinas típicas de pascua que me hizo llegar a través de mi hermana.
Es Magdalena una maestra en el arte de la pastelería diaria y tradicional mallorquina. Desde el horno de “Can Guasp”, en Llucmajor, amasa con maestría, dedicación y delicadeza todas estas especialidades que tan acostumbramos estamos en Mallorca pero que, al pasar por unas manos expertas como las de Magdalena, se convierten en obra de arte y en todo un acontecimiento para los sentidos. Empanades, Cocarrois, Ensaïmades, Crespells y otras pastas no tienen secretos para Magdalena -o sí, pero no sería yo capaz de intentar averiguarlos-. Supongo que será una combinación de buenos ingredientes, años de experiencia y manos expertas; eso debe ser lo más importante: las manos de Magdalena que, con el paso de los años, han conseguido esa perfección a la hora de juntarlo todo y hacernos disfrutar con algo tan habitual como es una Ensaïmada en Mallorca.
Tengo un amigo cheff que siempre me dice que lo difícil en un restaurante es triunfar haciendo paellas o pescado a la plancha ya que estás compitiendo directamente con las amas de casa y con los años que ellas se han dedicado a educar los paladares de su familia. “Lo fácil es hacer esas mariconadas que nadie ha probado nunca -me suele decir este cocinero-, porque no tienen con qué compararlas. Encambio todo el mundo puede comparar una paella con otra que haya comido alguna vez”.
Eso es precisamente el secreto y la excelencia de las pastas que prepara Magdalena; al morder una de sus Empanadas de pescado o uno de sus Cocarrois entendemos desde el primer bocado la perfección y la sutileza con la que están preparados. Me alegró que algo tan común en Mallorca como son este tipo de pastas todavía me pudieran sorprender gratamente, hacerme cerrar los ojos, exclamar un sonoro ¡Mmmmmmmm! y comprobar que con gente como ella nuestra tradición –y nuestro sabor- están a salvo.
Gracias Magdalena.
Forn de Ca´n Guasp.
Plaça de Espanya.
Llucmajor. Mallorca.
Tel: 971 660 101



lunes, 18 de abril de 2011

Steak a la pimienta.


Hubo un tiempo no muy lejano en el que se peleó y discutió agriamente por la autoría de esta receta. Mucho antes de que pasara a ser plato imprescindible en bodas y celebraciones dominicales; mucho antes de que fuera regado con nata y Bovril, este bistec fue un gran hallazgo.
Los americanos dispersos por Europa y sus cócteles fueron los responsables de la invención de este "destrozapaladares". Más de tres personas en cuestión de meses reclamaron la autoría. El primero fue Emile Lerch, del "Restaurant Albert" en París, en un artículo publicado en 1.950 en el que afirmaba que, desde 1.930, recibía en su local una carne de ternera que, debido al proceso de congelación, resultaba muy suave pero insípida. En los años 30 los americanos no dejaban sus cócteles desde que pisaban suelo europeo, por lo que el cheff se vio obligado a introducir platos en su carta para este tipo de paladares adormilados por el alcohol y por otras sustancias de esos locos años de entreguerras. Un bistec suave con grandes dosis de pimienta fue perfecto.
Cuando Pierre Tassard, jefe salsero del restaurante "Maxim´s" también de París, leyó este artículo, enfureció y publicó otro reclamando también la autoría del plato en cuestión. En esta ocasión se decía que esta preparación era más antigua, de 1.920, y también creada expresamente para paladares anglosajones, no dormidos por el alcohol, sino insensibles a la delicadeza de la cocina francesa.
Podríamos continuar hasta el infinito, pero sería perder el tiempo. Nos quedamos con cualquiera de estas dos explicaciones ya que ambas están relacionadas con la -poca- cultura gastronómica y culinaria de los visitantes ingleses y americanos por tierras francesas. Gentes que hacían gala de su amor por el alcohol y por los cócteles y que, como dijo una actriz de Hollywood, con la aceituna del Martini ya tenían suficiente para cenar.
Al que realmente me gustaría encontrar sería al inventor de la versión española de esta receta; sí, ese que le añadió la nata y el Avecrem además de rebajar la cantidad y calidad de la pimienta utilizada. Localizarle para llevarle ante un tribunal gastronómico mundial y que pagara por el gran pecado de haber insensibilizado el paladar de tantos españoles que se creían muy elegantes por pedir en un domingo cualquiera un entrecot a la pimienta y dejar boquiabiertos a todos los familiares presentes. Seguro que este inventor criminal fue el mismo que perpetró aquello del bistec al roquefort. Pero eso ya es otra historia.
No soy amigo de recetar nada. No soy médico ni amante del Copia-Pega tan habitual en los blogs gastronómicos; que cada cual busque su receta. Tan sólo un par de cosas que considero indispensable a la hora de realizar este plato:
-La pimienta va a gustos: negra rota en grandes trozos, roja entera, verde fresca machacada, etc.
-Imprescindible la mantequilla para saltear la pimienta.
-Utilizar el jugo que suelta la carne si lo cocinamos todo en la misma sartén.
-Armañac, Coñac o Brandi para flambear la pimienta.
-Utilizar una carne tierna y hacerla al punto que más nos guste.
-Una vez cocinada la carne sacarla de la sartén y rectificar de mantequilla, pimienta y sal la salsa.

sábado, 2 de abril de 2011

Como en casa... en ningún sitio.


"Chuleta" de Bonito y verduras agridulces.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...