domingo, 27 de febrero de 2011

Calçotada. (Tercera y última... espero).


Sarmientos como mandan los cánones. No he visto leña con tanta capacidad calórica como esta. Dura no más de tres minutos, pero su calor es muy intenso.

Ale hop!!! Virutas felices de "caliu" (rescoldos).

Vigilando el material.

Chuletones. No sólo de cebollas vive el hombre.


"Sin guantes" -me advirtieron- "Aquí no somos tan finos".

Y digo que espero sea la última porque desde que a principios de febrero hicimos la primera, hemos repetido en dos ocasiones. Mi estómago no aguanta más cebollas. Comerse más de quince de una sentada no tiene que ser sano. De hecho no lo es; doy fe ya que he consumido un bote de "Eno" este último mes.
Me despido hasta el año que viene con la tristeza de reconocerme cuarentón y de estómago débil.

(Por cierto: el I-Phone hace unas fotos de mierda; añoro mi Sony Satio.)

Como en casa... en ningún sitio.




Macarrones gratinados para "el señorito".


jueves, 24 de febrero de 2011

Es tiempo de "Matances" (9).

Foto: Míchel.
"Pies para que os quiero."

domingo, 20 de febrero de 2011

Rizando el rizo. (Amigos que cocinan).


Como dijo nuestro premio Nobel el doctor Severo Ochoa, el amor es física y química; sino que se lo digan a mi amiga Marga que de nuevo nos sorprendió a todos con la maravillosa tarta de la foto. Para su realización estuvo a punto de asistir a un par de facultades de ciencias a que le instruyeran en el noble arte del tratamiento de los azúcares, colorantes, blanditas nubes de caramelo y otros ingredientes más típicos de un laboratorio que de una cocina.
Pero, como decía al principio, el amor lo demostró, como siempre suele hacer ella al cocinar, a pesar o gracias a la física y la química. En el interior un escondido y sabroso bizcocho de chocolate pintado con frambuesa y relleno de crema; en el exterior una incomprensible mezcla de temperaturas, azúcares, golosinas y pinturas comestibles que, por mucho que intentó explicármelo, no pude comprender, dibujando un mapamundi en honor de un nuevo cuarentón y trotamundos.
No sé, ni puedo ni siquiera adivinar, con qué nos sorprenderá Marga la próxima vez que cocine. Lo cierto es que una vez rizado el rizo superarse es muy difícil. Yo confío en ella. ¡Sólo faltaría que un reto amedrentase a nuestra gran amiga!

Aunque ella no quiera salir "en el interné" le robé esta foto.
Esa sonrisa de satisfacción lo dice todo.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Irremplazable.


Así nos hemos quedado todos. Sin recambio.
En un mundo lleno de falsedades esferificadas, aromas de tomaduras de pelo y aprendices de brujo en chaquetilla fashion él era el faro que alumbraba el camino de lo real y lo auténtico. Era el faro,  el peñón y el peñazo; su gran -inmensa- humanidad le hacía incansable en su cruzada contra lo efímero. El bluff fue su mayor enemigo. Nunca se cansó de defender sus raíces, su tierra, Catalunya amada que hoy llora huérfana de  guardián de sus tesoros gastronómicos. Se le intentó apartar del olimpo, a él le dio igual, siguió erre que erre hasta dejar bien claro lo que pensaba. Si no hubiera sido catalán y viniera ungido con ese hábito de "seny" hubiera dicho las cosas de forma más dura, pero no más claras.
"No podemos permitir que en los restaurantes de alta cocina se sirvan aperitivos cocinados con técnicas y productos más propios de la industria gastronómica" -hubiera dicho un tipo normal.
"No voy a pagar 200 euros por una chuchería de gamba" -digo yo.
Pero él se excedía en ornamentar su discurso de sensatez, sentido, responsabilidad y sabiduría, cosas no aceptadas entre los dioses del Olimpo actuales.
Se va sin avisar y de repente como los grandes. Sin necesidad de fundaciones. Sin amagar huidas hacia delante. Sin asustar. "Huy, qué bajón de glucosa me está dando" -fueron sus últimas palabras. Analítico y pausado hasta el final.
El que estaba llamado a ser el sustituto del gran Plà nos deja con su obra a medio empezar; gracias a dios que su testamento gastronómico está claro y transparente en sus libros. Pero sus grandes obras artísticas, sociológicas, estéticas, viajeras y humorísticas estaban todavía por venir. No imagino un retiro tan dorado y productivo como el que podría haber tenido en su Sant Celoni natal y vital.
En Singapur y esperando ver a su Barça nos deja Santi Santamaría.
¿Quién va a decirles ahora las verdades a la cara a los dioses?
Hay que ser un tío muy grande para hacer eso.
Él cambiaba tomates por cheffs. Yo a él no le cambio por nada.
Adeu Santi. Vagi bé!


Aquí su último post. Para muestra un botón. Cordura y verdad a partes iguales.

viernes, 11 de febrero de 2011

Tiempo de "Matances" (8).

Foto: Míchel.

Sabiduría porcina.

martes, 8 de febrero de 2011

Calçotada.


¿Aceptamos ya la "Calçotada" como comida global? ¿La ponemos a la altura de la paella o de la tortilla de patatas? O por contra, ¿lo añadimos a la larga lista de colonizaciones catalanas en Mallorca? No lo sé, ni me importa. Lo que tengo claro es que cada año, desde hace unos quince, hacemos una y nos encanta.
Unos 12 a.C. (antes de la Crisis) nos permitíamos el lujo de ir al restaurante "Ses Coves" de Génova, pero su precio y nuestro bolsillo han tomado caminos opuestos y tuvimos que dejarlo. Fue ese un momento delicado en el que Bibi y Tina se pusieron al frente de tan ardua tarea y consiguieron organizar una Calçotada casera, barata y riquísima. Bibi a las brasas y Tina con la salsa nos han hecho disfrutar estos últimos años (d.C.) de los mismos sabores que antes nos costaban un buen dinero.
Son los Calçots cebollas (Blanca Gran Tardana de Lleida) que se mantienen más tiempo del habitual plantadas y abrigadas de tierra hasta casi el final de su tallo (calzadas) para que así sufran una especie de maduración-fermentación que les proporciona un estupendo sabor dulce y les hace olvidar casi por completo el azufre que tanto nos hace llorar. Se colocan sobre las llamas vivas y largas de leña fina o sarmientos y se queman por fuera hasta que dejan asomar una espumilla fina y espesa que indica que están en su punto. Luego, envueltas en periódico, se esperan unos quince minutos para luego pelarlas, quitando la parte quemada, y comerlas previamente mojadas en la típica salsa Salvitxada (una especie de Romescu compuesta por tomates y ajos al horno, vinagre, almendras, avellanas, ñoras y otros secretos que sólo Tina sabe).
Como siempre en estos casos hay leyenda por en medio: cuenta que a un pastor despistado y hambriento, después de quemar su comida compuesta de carne y cebollas a la brasa, se le ocurrió "pelar" las cebollas y comerse el interior blanco, calentito y perfectamente cocinado. Todo lo demás ya es historia.
Guantes de látex y babero son necesarios si no hay confianza o si, como es nuestro caso, tenemos que ir cocinando mientras comemos.
Catalana, globalizada o universal, nos parece que una buena Calçotada al año es imprescindible ya que une y da placer como la mejor de las paellas o "torrades".

El Botín: 200 Calçots, 12 personas: salen las cuentas.

No sólo de cebollas vive el hombre.

Casi en su punto.



Ensaïmada de "Tallades" típica de Carnaval.
Algo mallorquín, please!






lunes, 7 de febrero de 2011

Tiempo de "Matances" (7).

Foto: Míchel.

Sabias y expertas manos.

Entradas antiguas de "Matances" aquí.
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