¿Aceptamos ya la
"Calçotada" como comida global? ¿La ponemos a la altura de la paella o de la tortilla de patatas? O por contra, ¿lo añadimos a la larga lista de colonizaciones catalanas en Mallorca? No lo sé, ni me importa. Lo que tengo claro es que cada año, desde hace unos quince, hacemos una y nos encanta.
Unos
12 a.C. (antes de la Crisis) nos permitíamos el lujo de ir al restaurante
"Ses Coves" de Génova, pero su precio y nuestro bolsillo han tomado caminos opuestos y tuvimos que dejarlo. Fue ese un momento delicado en el que
Bibi y
Tina se pusieron al frente de tan ardua tarea y consiguieron organizar una Calçotada casera, barata y riquísima. Bibi a las brasas y Tina con la salsa nos han hecho disfrutar estos últimos años (
d.C.) de los mismos sabores que antes nos costaban un buen dinero.
Son los Calçots cebollas (Blanca Gran Tardana de Lleida) que se mantienen más tiempo del habitual plantadas y abrigadas de tierra hasta casi el final de su tallo (calzadas) para que así sufran una especie de maduración-fermentación que les proporciona un estupendo sabor dulce y les hace olvidar casi por completo el azufre que tanto nos hace llorar. Se colocan sobre las llamas vivas y largas de leña fina o sarmientos y se queman por fuera hasta que dejan asomar una espumilla fina y espesa que indica que están en su punto. Luego, envueltas en periódico, se esperan unos quince minutos para luego pelarlas, quitando la parte quemada, y comerlas previamente mojadas en la típica salsa Salvitxada (una especie de Romescu compuesta por tomates y ajos al horno, vinagre, almendras, avellanas, ñoras y otros secretos que sólo Tina sabe).
Como siempre en estos casos hay leyenda por en medio: cuenta que a un pastor despistado y hambriento, después de quemar su comida compuesta de carne y cebollas a la brasa, se le ocurrió "pelar" las cebollas y comerse el interior blanco, calentito y perfectamente cocinado. Todo lo demás ya es historia.
Guantes de látex y babero son necesarios si no hay confianza o si, como es nuestro caso, tenemos que ir cocinando mientras comemos.
Catalana, globalizada o universal, nos parece que una buena Calçotada al año es imprescindible ya que une y da placer como la mejor de las paellas o "torrades".
El Botín: 200 Calçots, 12 personas: salen las cuentas.
No sólo de cebollas vive el hombre.
Casi en su punto.
Ensaïmada de "Tallades" típica de Carnaval.
Algo mallorquín, please!