Lacónico. Es igual cocinando que trabajando y que, en definitiva, viviendo. Sin concesiones, sin dudas y sin preguntas. Directo.
Hoy hemos comido en su casa un "Arros Brut" original en la acepción más americana de la palabra, o sea, auténtico. Palomos, tordos, perdices y vaya usted a saber que más. Por supuesto todo cazado en su finca, limpiado y troceado por él.
El arroz en su punto, un extraordinario sabor y aroma a campo; nada de canela, nada de clavo, nada de pimienta tan sólo arroz y "brut". Minimalismo gastronómico rural.
Me ha parecido estar comiendo lo mismo que un antiguo "pagés" en el descanso de una dura jornada de caza por Mallorca.
"Oye, ¿no has puesto setas?" me paso de listo. "Este año no ha habido". Y punto.
Recetas de este tipo de arroz hay miles, formas de cocinarlo también; secretos en las proporciones, ni se sabe. Pero la autenticidad es inaccesible para el resto de los mortales que tan sólo podemos identificarla, admirarla y disfrutarla fugazmente.
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