Tengo un recuerdo amargo de una vez que probé unos de los mejores vinos tintos de España (por ende del mundo) en una de esas catas-party que están ahora tan de moda.
"Venga chavales aprovechad que sólo hemos traído dos botellas y esto es lo que queda de la segunda": unas cuatro copas; nosotros éramos tres.
"Echa, echa"- dijeron mis colegas.
"Un momento"-interrumpí yo- "¿estáis seguros? ¿Habéis pensado que después de esto no hay nada? Que cualquier vino que bebáis a partir de ahora será una mierda."
"Bah, quita hombre. No lo pruebes tú si no quieres."
Por supuesto que lo probé. El simple contacto de mis labios con el líquido hizo que me arrepintiera. Ya era tarde. Confirmé mi sospecha. Ningún vino después de ese tendría importancia alguna para mí, sería mínimo, nimio, minúsculo.
Pues eso mismo me pasó el otro día en la Tafona (almazara) Son Catiu. Con la gran diferencia que cada año, las veces que quiera, podré repetir la experiencia y, a diferencia del Ribera del Duero anterior, su valor económico no será un impedimento para ello.
El aceite de oliva no será lo mismo para mí a partir de ahora. Ese color... ese verde... esmeralda... no, esmeralda no; un verde eléctrico, casi fluorescente. Y ese sabor, y el olor, y su textura. Estaba delante de una prueba recién exprimida de aceite y un nuevo universo se abría ante mí. Todo lo que había experimentado antes con diferentes aceites de oliva no servía de nada, el "oro líquido" dejaba de existir. ¿Cómo llamaría ahora al aceite? Ese verde, ese verde,...
Supongo que para los que no somos de campo, no creo que yo tampoco sea de mar, estas experiencias sensoriales tienen diferentes resultados no siempre satisfactorios. Las reacciones de los urbanitas ante un cerdo recién matado y descuartizado para realizar embutidos o ante un cazador despellejando un conejo pueden tener consecuencias irreparables en su alimentación de asfalto y plástico. Tengo la suerte de no pertenecer a este grupo de remilgados y, aunque no creo que tuviera las agallas suficientes para clavar el cuchillo en el cuello del cerdo, creo poder reconocer la destreza y saber hacer de estos usos y tradiciones cuando los presencio. Supongo que al alguien acostumbrado a la producción de aceite le parecerá todo esto una soberana tontería, pero para mí resultó ser una experiencia definitiva, una iniciación, una nueva forma de ver un producto tan cercano y característico nuestro como es el aceite. En definitiva un nuevo sabor, inolvidable.
Almazara, Tienda y Degustaciones.
Ctra. Inca - Llubí (En la rotonda de Muro a Llubí)
07300. Inca. Mallorca.
Tel. Pambolería (Restaurante de degustaciones): 971 940 254.
Tel. Oficinas: 971 940 227.
Pero es posible ese color? es que no me puedo creer que lo tenga aquí tan cerquita y no supiera de este aceite... joer, muchísimas gracias por presentarlo, un beso grandote.
ResponderEliminarHola Sara,
ResponderEliminarSí, es posible. Ni te imaginas el sabor y el aroma. Si vas estos días (hasta mediados de diciembre) venden botellas de medio litro recién prensado a 12 euros. Merece la pena. Te lo aseguro!!!
Estoy recopilando información para otro post sobre el sitio, pero pásate por ahí a comer un pa amb oli; no te arrepentirás.
¿Puedo enviarte un e-mail privado?
EliminarSaludos
Claro que sí!!!
Eliminarcadeboumallorca@gmail.com
Pon "Para Míchel" y me lo harán llegar a mi.
Un saludo.
Pienso hacerlo, vaya que si!
ResponderEliminarGracias por poner estos post tan interesantes, me consta que desde mi página te visitan y ya me lo han comentado, un abrazo.
Por cinco euros meriendas de chuletas a la plancha, pan con tomate y verduras fritas. Cafe y copa
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