Llegó a mis manos hace quince días el libro del cocinero (seguro que él preferiría utilizar este término al de cheff) David de Jorge "Con la cocina no se juega" (Ed. Mondadori. Debate. Mayo de 2.010). Me lo prestó mi amigo Xavi, que a su vez se lo había prestado su padre (así cerrarán todas las librerías), y le tranquilicé diciendo la frase obligada cuando se presta algo: "Sólo hay dos clases de tontos en el mundo: los que dejan un libro y los que lo devuelven."- confirmándole después que yo tampoco me haría el listillo.
Libro entretenido, de lectura muy amena, que parece una recopilación de Posts del blog del mismo autor "Atracón a mano armada", aunque no puedo confirmar este punto ya que no soy un lector asiduo del mismo. De Jorge destila socarronería, sinceridad y un cultura por todos sus poros. En un primer capítulo nos da una gran lección: para ser un buen profesional lo más importante es leer; lo que sea y donde sea, cuanto más lo hagamos mejor seleccionaremos nuestras lecturas. Consejo imprescindible para todos los cheffs (u otros profesionales) que tan sólo leen lo que escriben ellos mismos en un ejercicio acrobático de obsesiva fijación umbilical.
Sigue repasando vivencias entre fogones, restoranes, compañeros y cocineros donde las ausencias son casi tan importantes como las presencias, y nos hace babear con las descripciones de platos, recetas y productos que él considera indispensables.
Confieso que no tuve el suficiente estómago para acabar el libro ya que su último capítulo, "La Cocina Caníbal", está dedicado al arte de comerse a nuestros semejantes. Se comprueba así que el inmenso estómago del escritor ha pasado por todas las batallas y que tiene la capacidad de separar los sentidos de la vista y el gusto de una manera tal que yo nunca conseguiré: me costaría comerme un hígado de cerdo recién extraído, calentito y sangrante, aunque fuera a la plancha o encebollado, no quiero ni imaginar si fuera de un primo hermano mío.
Lectura entretenida, fluida, despierta y aleccionadora. Muy alejada del discurso posmoderno y demasiado habitual de los egocheffs que nos rodean como moscas ávidas del maloliente pastel editorial o publicitario actual. Se percibe que De Jorge es un trabajador nato, sacrificado, profesional y sincero con sus clientes. Denota seriedad al no cargar las tintas contra nadie; tan sólo los relega al olvido acertando así al no echar más notoriedad al fuego... o al fogón.
Intentaré ver su programa "Robin Food" en la EiTB. Seguro no me dejará indiferente.
muy acertado el término "egochef".
ResponderEliminarCreo que lo escribí inspirado por David de Jorge.
ResponderEliminarO sea, que creo que lo dice él en su libro; pero es verdad que es una buena definición de los que vemos actualmente por ahí.
Arola es un buen ejemplo
ResponderEliminar¿El cocinero motero?
ResponderEliminarno,el idiota de la broche
ResponderEliminarPues ese!!! Camiseta negra ajustada, cachitas, pelucón de 4.000 euros, tupecillo, ... el mismo!!!
ResponderEliminarDespués de una degustación de foie en "la broche" acabé con una idigestión tal que mi suegro, que nos vino a buscar en coche al aereopuerto a mi mujer y a mi, tuvo que pararse en el arcén para que yo esparciera toda aquella grasa de pato infecta por la carretera... horroroso!!!