La maestría, saber estar, serenidad, experiencia y efectividad en la cocina, como en otros ámbitos vitales, se demuestran en situaciones límites y creedme si os digo que el sábado tuvimos una de esas. Eran más de la una del mediodía cuando llegué a casa de mi amigo Bernat; me recibieron con una lechona de unos cinco kilos partida por la mitad y un horno todavía apagado. "Sí, ya sé que vamos un poco retrasados, pero es que nos hemos liado un poco"- me dijo Pep Lluís mientras se erigía como salvador de la velada que, para más presión, tenía como invitado de honor al ex-matador de toros Rafael Camino (Rafi, para los más mediáticos).
Con unas rápidas pero certeras decisiones Pep LLuís encendió el horno a una temperatura y difusión perfecta para la ocasión; mandó decapitar y cortar las extremidades al animal ya que, a pesar de las grandes dimensiones del horno, era imposible meterlo entero; le rompió el espinazo y lo comenzó a regar y salpicar con toda una serie de pócimas medidas para el corto espacio de tiempo que disponíamos hasta que no pareciera que aquello se nos estaba escapando de las manos. Ríos de limón, lluvias de sal y pimienta, chorros de agua y un toque de coñac que llenó la cocina y el comedor de un agradable aroma a cocina elegante.
"La colocaremos primero boca abajo, con el horno a esta temperatura. Luego le daremos la vuelta y veremos lo que tarda".- fueron sus últimas y precisas indicaciones antes de cruzar los dedos y esperar que aquello tuviera éxito. Pero la actuación de Pep Lluís no acabaría allí. A lo lejos, estupefactos y asombrados por la osadía del envite, mirando al techo disimulando mientras imaginábamos el desastre, oímos la voz de Bernat que nos recuerda que ha comprado un estupendo pollo campero y que Sebastiá, carnicero del Mercat d´Inca, le ha indicado que debía meterse en el horno todo junto y en crudo para conseguir así una perfecta cocción de esta difícil receta.
"No. No hay tiempo. Meteremos el pollo más tarde y encima."- sentenció Pep Lluís esta vez.
Cuando sacamos la bandeja del horno, respiramos hondo uniendo así el aroma con la tranquilidad que nos dio ver la perfección del sabor, textura y cocción de todos los ingredientes que participaban del homenaje que nos íbamos a regalar gracias a la actuación del verdadero maestro de la velada.
Esta vez, el maestro no fue Fafi Camino. Esta vez fue Pep Lluís!!!
ResponderEliminarUn saludo y gracias por incluirme en el "salteado de blogs".
...supo cómo torear la situación. Cierto.
ResponderEliminarUn saludo.
Jolín, hasta a mí me han llegado esos aromas del asado; con esta forma de relatar el evento, yo, también lo he saboreado... Y no he engordado jejeje..
ResponderEliminarSaludos, Ángeles y ¡¡feliz año 2011!!
KESITO (me encanta el nombre), gracias por leer el blog. Cuando cocinan amigos y se come rodeado de ellos siempre es una gran satisfacción; muchas veces la comida es lo de menos.
ResponderEliminarMe encanta tu blog. Los "paso a paso" fotográficos son muy explicativos... de profesional.
Un saludo.
caray MICHEL...
ResponderEliminarla verdad es que salio buena.... pero tio, te olvidas mencionar la salsa de magrana.
STORBO, fallo imperdonable. La próxima vez seguro que me acuerdo. ¿Para cuándo? Sin maestro taurino nos apañaremos igual.
ResponderEliminarUn saludo.